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sábado, 14 de marzo de 2015

Vidas cruzadas

Conocí a un chico, que me resultaba intimidante. Sus ojos marrones me miraban con desconfianza. Él no creía en el amor. Prefería una noche que un amor diario. Yo me enamoré. Tímida, avergonzada, decidí probar a suerte. Se fijo en mi, creo que se ilusionó con un para siempre. Yo lo quería así. Lastima que el no me podía querer de la manera correcta. Desconfianza, peleas, gritos, todas las mañanas, tardes y noches. Madrugadas de llanto y amaneceres desolados. Yo le quería. Pero para él no era suficiente.
Un año después... El destino decidió poner a alguien más en mi camino. Todo iba bien. Pero el karma realizó su cometido. Yo desconfiaba, odiaba la idea del amor. Lo traté mal. Figurita repetida. Desconfianza, peleas, gritos, como un deja vú del infierno. Me conventí en lo que me daba miedo. Pero al final mi intento  de cambiar fue en vano. Él se cansó, comenzó a ser todo lo que me molestaba. Chicas, alcohol, mensajes por las noches. Días sin aparecer... 
Meses más tarde. Indignada del amor, de las personas y mi vida. No creía en nadie, ni nada. Idas y vueltas. Una noche sí, una noche no. ¿Me quieres? ¿Me odias? NO ME IMPORTA. No creo en un para siempre, no creo en NADA. Al fin y al cabo, todos terminan lastimando. Nadie quiere algo serio. 
Destino, ay, destino. Pusiste a alguien más en mi camino. Hoy 11.21 p.m. Escribo para él. Intento decirte que sus ojos color azúl iluminan mis días de oscuridad. Parece algo increíble que alguien me de tanta paz. Por más que sienta que después todo termina igual. Con él no tengo miedo de apostar. Me tiraré a la suerte, de nuevo... Parece alguien distinto. Y si no lo es, bueno, nos vemos en mi siguiente escrito...