¡Hola! Me presento, mi nombre es Gatito, Bizcochito, a veces mamacoco cuando mi madre humana me hablaba para que yo comiera, o Piolín como papá me llamo estos últimos días.
Dirán, muchos nombres para un ser tan pequeño como yo. Pero con muchos sentimientos encontrados con cada mención. Ah, esperen, no les conté; lo más divertido es que yo era hembra. Pero el cariño que tenían hacía mi, mis humanos, no entiende de géneros.
Las 11, no, las 12 del medio día, sí, ahí me encontraron. Yo estaba tirado, cerquita del cordón. Mi mamá me vio, yo abrí mi pico, pidiendo comida. Ella se alejó rápidamente por tristeza, por pensar que yo no sobreviviría. Mi papá, conociendo a mi mamá, me agarró y llevo a su casa. Él sabía que ella me amaría, y que estaría todo el día pensando en mí si me dejaba, pero tenía miedo, ya conocía de experiencias previas de tratar de salvar a pichones de mi especie y sabía que si a mi me pasaba algo, se pondría triste.
Llegue a mi casa, no sin antes ponerme en una cajita con papel para que no ensuciara tanto. Buscaron en internet. Qué darme de comer. Y ahí, mi humana mamá se dio cuenta de errores que había cometido cuando cuidaba a otros pichones.
Fueron a comprarme comida, me la prepararon. Yo no quería comer. Me sentía confundido, triste, abandonado. No sabía por qué estaba ahí y no con mi mamá. ¿Por qué no estaba en un árbol? Acurrucado a mis hermanos, esperando la hora que viniera mamá para alimentarnos. ¿Qué había pasado?
Pasaron las horas, a mi humana se le ocurrió empezarme a cantar, si; "mamácoco, a comer mamácoco". Y empecé a disfrutar mi comida. Ya era hora de dormir, mis humanos se ve que tienen los horarios cambiados. Era de madrugada y ellos seguían despiertos. 6 am me tocó mi alimento de nuevo. Qué contento estaba. Mientras me daban comida mirábamos una serie juntos en la mesa, estuvimos no lo sé, muchas horas ahí juntos. Pero nunca me sentí tan cómodo.
Mis humanos decidieron no dormir en todo la noche, ni la mañana. Ya son las 9 am y ellos intentaron dejarme en mi casa. Supusieron que, si mi mamá me reconocía me alimentaría.
¡Se llevaron una gran sorpresa! Muchos amigos, muchos gorriones, una multitud de mi especie me rodeaba. ¡Estaban tratando de ayudarme! Claro. Querían que yo vuele, que vuelva a mi hogar, a mi dulce hogar en un nido junto con mi familia.
Paso un tiempo, y yo me caí. No entendían por qué yo no volaba si había pichones más pequeños que yo, tratando de enseñarme. Nadie me alimentaba. Pero me vieron feliz, queriendo estar con ellos. Me dejaron un par de horas.
Pero comenzó a diluviar, se me mojaron mis alas. ¡Tenía miedo! Hasta que escuché la puerta abrirse, y ver a mis humanos buscándome. Me encontró mi mamá y me agarró. Me llevo a mi cama nueva. Me alimentaron otra vez. Yo estaba contento.
Llego la hora de dormir. Otro día nuevo. Mis humanos querían que yo aprenda a volar. Así que me dejaron en un cuartito libre. Intenté, claro; qué raro. ¿Por qué vuelo para atrás? Mi mamá decía que bailaba electro. Se reía mucho. Lo intenté y lo intenté. Pero no volaba.
Ellos decían que todavía era pequeño, que capaz en unos días podría. Así que me iban a cuidar. Era tan afortunado. Ellos me querían, me cuidaban. Y me di cuenta que eran buenas personas, tenían dos perros, DOS, uno negro y blanco, que se parecía a una vaca. Yo tenía curiosidad por él. Qué suerte la de él, al tener a dos personas que lo cuidan y aman de esa manera.
Mi papá decidió traerme unos palos para mi nueva cucha. Estuvo como dos horas creando un espacio para mí. Me encantaba mi lugar. Era libre. Podía hacer lo que quería. Pero, seguía sin saber volar.
Mi mamá humana se fue a su casa. Ahí entendí, que quién me cuidaría estos días sería mi papá. La pasé tan bien, papá me quería enseñar tantas cosas. Estaba muy feliz.
Me puso en un plato agua para que yo me bañara. Tenía un poco de miedo, pero es obvio que todos lo hacen. Es divertido. Pero no me sentía tan confiado, ¿Qué pasaba conmigo?
Llegó la noche. Papá me dio de comer como todos los días cada 3 horas. Nos fuimos a dormir...
Me levanté, papá se levanto, me dio mi alimento y yo no quise. Sabía, que algo andaba mal en mí.
Le avisó a mamá. Él tenía que hacer trámites, estaba muy preocupado por dejarme solo ya que no había comido nada. Mamá le dijo que me llevara a su casa, que ella me iba a cuidar.
El camino fue muy difícil para mi papá humano. Estaba tan triste, tan enojado, no sabía que había echo mal...
Llegué a lo de mamá, me vio; "hola mamácoco, ¿que te anda pasando?". Me moví un poco. Y al ratito, ya no.
Me fui en las manos de mi papá humano, el no quería soltarme. El me amaba. Mamá no sabía que hacer, lo supe desde el primer momento, era una mujer que aparentaba ser fuerte, no iba a llorar en frente de papá. Solo quería consolarlo por mi pérdida.
Me hicieron un bonito funeral en el patio de mamá. Estaban tres perros, un conejo y un gato. Se ve que mamá también amaba tanto a los animales como papá. ¡Claro! Por eso se amaban tanto. Tenían tanto en común.
Yo esperé a que estuvieran juntos, para irme. Sabía que ellos dos iban a estar bien si estaban acompañados.
Seguro estarán pensando, buscando información del por qué me fui. Y espero que pronto sepan, aunque por lo que escuché, ya tenían varias hipótesis.
Pero sé, que dentro de unos años, ellos van a poder a ayudar a muchos como yo, como a otras especies. Ah, ¡no les dije! Están en segundo año de veterinaria.
Espero que dentro de unos años sigan juntos, con la misma pasión. Queriendo ayudar a los más desamparados. Que lo disfruten, que se disfruten. No cualquiera ama de esa forma, no cualquiera ayuda sin esperar nada a cambio. Pero, ellos dos, me hicieron pasar los mejores cinco días de mi vida. Aunque estoy seguro de que hubieran querido verme volar.
13/10/2021