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martes, 12 de octubre de 2021

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Son las doce del medio día, salís a comprar un par de bebidas para poder disfrutar de un almuerzo tranquilo con una persona que es tu compañía diaria. Tu compañero. Con quien disfrutas esos pequeños momentos de deleite tomando una cerveza y esperando que la leña se prenda para comenzar a cocinar el asado.
Acá se disfruta mucho el compartir con tus seres queridos un almuerzo. Riendo, escuchando anécdotas de tu padre de pequeño, de como tu hermana consiguió un trabajo nuevo, como tu mamá se queja de la vecina porque tiene la música fuerte toda la noche, ver jugar a tus mascotas mientras esperan con ansías la comida. Momentos. Todos cerca del fogón, haciendo un semicírculo sintiendo el calor levemente en la cara, ese olor a humo que te lleva a antaño, a tus antepasados, los cuales realizaban las mismas tradiciones. 
Y qué lindo seguir repitiendo esos momentos. Hace unos años con los abuelos, luego con tus padres, hoy con tu pareja o amigos, y quién sabe, algún día con tu futuro hijo. 
Si a mi me preguntan que es la felicidad, los llevaría a esos momentos. El no tener que pensar en nada, solo el ser feliz. Ver las caras sonriendo de todos, compartir un buen café en los días fríos. Mirar la lluvia mientras cae un 24 de diciembre, y al rato disfrutar del arco iris con sus bellos colores alumbrando el campo. 
Yo me quedaría ahí. 
En ese lugar en donde te sentís cómodo a pesar de tener compañía.
En ese lugar en donde el tiempo pasa y no vuelve.
En ese lugar de paz. De amor. Y de unión.
En ese lugar que sólo habita en mi mente. 

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